Vive Latino 2018: Nuestro cuadro de honor.

CDMX 22 de Marzo 2018| Cobertura presencial por Paty M. Fuentes, Jacqueline Ponce, Lorenzo Soberanes, Gerardo Santillán, Alex Ruelas y Leslye Arredondo| Cobertura en plataforma digital por Diego Pérez, Victor Garcés y Sayra Mejía| Reseña por Leslye Arredondo, Jacqueline Ponce y Lorenzo Soberanes | Edición por Leslye Arredondo.

El Vive ya es tradición. Se espera con impaciencia y ansiedad. Se despilfarra energía, dinero y hasta la salud por las malpasadas de dos días intensos, cinco escenarios que visitar, litros de cerveza que beber y mucho que embutir. Aquí hubo de todo para complacer desde el gusto más fino hasta llenar la expectativa popular. Digamos, que el Vive Latino es la escuela vieja y sabia de los festivales en México, el referente común para citar en cualquier conversación sobre conciertos. Este año OCESA se lució con su line up, con los headliners y la regó durísimo en la imagen. Unas por otras amigos, asi es esto. 
Les presentamos lo más chingón, raro, sorpresivo, de buen gusto, para llorar y hasta la mención honorífica que nos entregó el Vive 2018.
 

LO MAS CHINGÓN y ESPERADO: MORRISSEY Y GORILLAZ.


Setenta minutos de nostalgia y sólida presencia escenica nos regaló Morrissey en su actuación estelar en el Escenario Indio. Dejando de lado la controversia que provocó su aparición en un programa chafa de televisión y su exigencia de no vender carne durante su presentación, el señor se lució con temas icónicos como Everyday is like sunday, Let me kiss you y Glamorous glue. Visuales con contenido fuerte de maltrato animal, lagrimas de los fans mas antaños y el vaivén de las manos iluminadas de azul fueron pilares del show.
Impecable el show de Gorillaz. Los que vivimos el momento sabemos que fue tremendo. Todos los estímulos estaban en su lugar para que la experiencia fuera sublime, auténtica y se proclamara como uno de los mejores shows de la historia del Vive Latino. Increíbles visuales contando historias torcidas a través de sus característicos personajes, la iluminación precisa para lograr un ambiente mágico, el coro tipo gospel que enchinaba la piel y sobre todo, la presencia de la banda sin ocultar su identidad se saboreó de principio a fin con toda pasión. Meticulosos, carismáticos, concentrados, profundamente agradecidos: así llenaron el escenario e hicieron saltar de euforia a más de sesenta mil personas. ¡Tremendo!

LO MÁS ATASCADO Y EXTRAÑO: PUSSY RIOT.


Nadya Tolokonnikova, integrante del colectivo ruso punk-rock feminista, tomó la plataforma de la Carpa Doritos justo el día que Putin logró apoderarse de Rusia seis años más y ya por eso, es significativa su presentación. Este aire combativo e incansable, activista y rebelde que se respiró en cada momento del show, se agradece y generó empatía desde el discurso que abrió el show. Las cruces rosas Cd. Juárez, asesinatos de periodistas, desaparecidos activistas y la resistencia de las mujeres zapatistas fueron granadas lanzadas al aire para incendiar la pista de la Carpa. Hasta aqui, todo se expectaba increíble pero al sonar la primera rola, vino el sacón de onda combinado con el movimiento orgánico del cuerpo siguiendo el beat poderoso. Luego las combatientes con pasamontañas echando relajo en escena y un par de bailarinas trans estimularon la pupila bajo los visuales con mensajes duros contra el machismo y la injusticia. Los que si debemos reclamar es la pésima ecualización que en atasque total prevaleció. Confuso, provocativo e intenso; en definitiva esta categoría -la del performance- no es para todos, pero los que asistimos, lo vivimos al máximo, tal vez por el mensaje, tal vez porque nos hierve la sangre de que siendo 2018  en nuestro país esto sigue siendo parte de la escena under y al ser parte de un evento masivo, atestiguarlo era necesario.

LAS MEJORES COLABORACIONES


Sin introducciones, la aparición de Rubén Albarrán en el show de Amandititita, fue muy valorada y comentada, así como la colaboración de Carla Morrison con Los Pericos y de LNG-SHT  con Sabino que nos dejó con la quijada abierta, fueron buenos momentos del Vive por lo inesperado y el respeto que el público le tiene a dichos elementos de la musica mexicana.

PARA LLORAR: LA MALA RODRÍGUEZ.


Sin gracia alguna y colocada en la sensualidad como bandera, la función de La Mala no dió de si. Desganada y en pose total, La Mala se tuvo que servir de recursos muy baratos para provocar al público. Si no fuera porque la recordamos como la chica subversiva y retadora del género, simplemente su show no hubiera tenido impacto. 

MAGIA PURA: NOEL GALLAGHER'S HIGH FLYIN BIRDS Y LITTLE DRAGON.


Una muestra valiosa de compromiso con la música y el público que lo sigue desde hace décadas se desbordó el talento de Noel Gallagher een Escena Indio la noche del sábado. Con rolas de Oasis y su proyecto actual, desbarataron las emociones de la gente y las suyas. Concentrados, dinámicos, dedicados y serios, crearon un ambiente único y digno ser recordado como momento trascendente del festival. 
¿Qué decir de Little Dragon? ¡Estupendos! Los suecos demostraron ser una banda impecable, vanguardista y entregada. La sensualidad de Yukimi y sus movimientos únicos nos hacían no perderle la pista. Iluminación electrizante y buena ecualización que falló un par de veces, nos erizó el cuero y dio de comer un platillo delicioso al tímpano. 

LOS MÁS PRENDIDOS: SEXY ZEBRAS Y RESIDENTE.


En la Carpa Intolerante el espiritu rockero prevaleció y Sexy Zebras se avalanzó al público -literal- durante su función. Rock crudo, sin muchos rodeos y enérgico hasta la médula, fue recibido con todo en la pista. 
Residente, que lo llamen como lo llamen sigue siendo el, invocó a las masas el domingo para hacer su aparición con su típica sencillez y potente mensaje. Bailoteo y protesta se vivió a tope. Era necesaria esta dosis de lo suyo en el festival para acomodar el esqueleto para todo lo que se vino después.
 

CLÁSICOS QUE NUNCA FALLAN: MOLOTOV, PANTEÓN ROCOCÓ Y LA CUCA.


Tres bandas con una trayectoria respetable y permanencia en la escena musical, hicieron lo de siempre para satisfacer a los fans y desahogar las gargantas. Impresiona que a pesar de los años sigan echando desmadre sin perder su estilo y sin descuidar su sonido clásico que evoca recuerdos de una generación que asistió al Vive sólo para verlos. 


El TROFEO A LA LOCURA: INFECTED MUSHROOM Y CARTEL DE SANTA.

Para cerrar el Vive Latino 2018 había de dos sopas: o los controversiales hip-hoperos de Monterrey o la psicodelia electrónica de Israel. Nada mal, ¿no? En ambos escenarios, la fiesta estuvo a reventar y los que estuvimos dispuestos a descargar la poca pila que nos quedaba, terminamos satisfechos de la pachanga que se armó mientras la mayoría se retiraba. 

LO HORROROSO Y REPROBABLE.


La delincuencia. Estos amantes de lo ajeno que aprovecharon la buena vibra, los estados etilicos o incluso, la distracción de la chamba. Si, lo digo por mis compañeros periodistas que sufrieron robos de equipo, celulares y demás herramientas dentro del media center. Aquel zafarrancho que armaron los polis al final del sábado, a los tipos que se quisieron pasar de listos el domingo con acreditaciones falsas y la banda que mal copeó durísimo y la terminaron sacando del evento; los kilos y kilos de diversión canabica que recogieron a la entrada y las revisiones que te hacían sentir como en los separos o el torito (no hay bronca, estaban haciendo su chamba) y hasta los puercos que pidieron mordida para dejarte entrar al festival, a toda esa banda mala onda que provocó que por momentos la atención del Vive se desviara, le vamos a dedicar una de las rolas más emblemáticas de Molotov... ¡Chinga tu madre!


LA MENCIÓN HONORÍFICA


Esta se la lleva a pulso la gran logística de OCESA. Se rifaron mucho con la seguridad en cada escenario, todos los stage managers respetaron sus horarios, el audio falló muy poco y las señalizaciones fueron más claras que el año pasado. Los baños estuvieron muy decentes, hubo desinfectante, papel y hasta agua en los baños de la sección central del Escenario Indio. Opciones de comida para todos, chela artesanal, buenos tragos, activaciones con premios, el tianguis surtidito, los centros de recarga muy bien organizados, vendedores por todos lados y las zonas de descanso lucían limpias. Asi la experiencia se disfruta más y practicamente sólo te tenías por preocupar por llegar a tiempo a ver a quien te diera la gana. La gente respetó a las familias que venían con niños pequeños, a los adultos mayores y a los discapacitados. Todo muy controlado y profesional. Aquí si, se lleva su estrellita en la frente el director de logística. ¡Excelente labor!

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