ISLA DE CARAS PRESENTA SU NUEVO ÁLBUM: LÍNEAS GENERALES
cdmx a 29 de abril de 2025 | artículo cortesia de MalfiCo | foto por Camila Esteban | edición ana rodelo
Líneas Generales, el nuevo álbum de Isla de Caras, irradia una vivacidad que sorprende y fascina. Y es que, si bien se trata de su cuarto disco de larga duración, presume el ímpetu de una banda revelación. Claro que Isla de Caras tiene su recorrido: se formó casi una década atrás, a partir de la iniciativa del cantante Lautaro Cura, y hace tiempo ya que se volvió un quinteto. Pero sus nuevas canciones contienen precisamente eso que muchos grupos suelen perder con los años: la frescura.
Coproducido por Matías Cella y grabado en tierras mexicanas, en el mágico estudio El Desierto, Líneas Generales significa un paso importante en la carrera de Isla de Caras. Es un disco que testimonia un crecimiento, en todo sentido. Pero también es un disco con el que consolidan una dinámica verdaderamente colectiva, una forma de operar que no hace más que reafirmar su identidad como banda, luego de compartir giras y aventuras, de interactuar y experimentar en la sala de ensayo, de sacarle provecho a los enviones creativos y de celebrar la química grupal. “Líneas Generales surgió de la necesidad crónica que tenemos de juntarnos a hacer música entre los cinco”, dice Lautaro.
“México, montaña, mescalina”, arroja aleatoriamente el frontman de la banda, para trazar algunos puntos de unión en “Veneno”, el tema que abre Líneas Generales. La altura, natural o inducida, es una sensación recurrente. Despegar del piso parece fácil con un inicio así, suerte de oda screamadélica, orquestada como debe ser: en sentido ascendente, de menos a más. Hay teclados eminentes. Hay guitarras con slide. Hay una batería de golpes precisos. Hay un bajo que sostiene y resuena con propósitos emocionales. Hay panderetas incansables y coros espirituosos. Ellos señalan “algo medio sónico” que se reveló tocando juntos, en la sala. También hablan de una instrumentación más “desfachatada”, de “una cosa más tocada”, de un rock en estado de ebullición y elevación, un poco influenciados por la movida madchester. “Por eso el disco se grabó en vivo”, remata Lautaro.
“A diferencia de los discos anteriores, algunas canciones nacieron en los ensayos y de la necesidad de volvernos una banda en vivo cada vez más potente”, dice Lautaro, y enseguida completa: “También, si se quiere, había una intención de acercarnos al gran cancionero nacional”. Líneas Generales, de hecho, se inscribe en la gran tradición del rock argentino. Y tiene sentido: Isla de Caras, con este disco, no sólo se reconoce como una banda que funciona como tal, sino que sabe situarse, en un tiempo y un espacio, como parte de una cultura y heredera de una historia. La presencia de Marcelo “Cuino” Scornik, letrista de himnos de Andrés Calamaro como “El salmón” y “Estadio Azteca”, no es una casualidad. Había un deseo expreso de colaborar con él. Lautaro: “Pedí conocerlo a la discográfica, quería escribir con él. Sentía que podía acortar el camino hacia algo más popular. Y el clic fue inmediato. Tuvimos y tenemos una conexión especial”.
Líneas Generales desborda melodías y rimas, unas al servicio de otras, en un mundo de arrebatos acertados. Ahí está, con pasta de hit e irresistible pulso mid-tempo, “Mirar películas”, justamente para evidenciar esa aproximación al rock nacional. Y ahí le siguen, en consonancia pop, “Amigos” y “Camas separadas”, con rastros de diarios íntimos y atisbos de desamores que se vuelven baladas. “A nivel temático, mi opinión es que puede ser un pequeño tratado sobre el dolor”, arriesga Lautaro. “Pero la verdad es que no estoy seguro de lo que estoy hablando cuando escribo las canciones. Dejo que el subconsciente trabaje para mí”. Los límites de la significación se desdibujan en temas como “El favor”, suerte de fábula decantada de alguna obra cumbre de Charly o Fito, con su atmósfera etérea, para proponer uno de esos estribillos destinados a levantar vuelo. A continuación, llega “No me puedo divertir” con sus aires de new wave y sophisti-pop, para reforzar la única idea irrenunciable en Isla de Caras: la de la canción. A partir de un comienzo delicado, “Cartera perdida” tiene la saludable misión de reponer el groove.
Líneas Generales no le esquiva al rock’n’roll. Hay un temple “rolinga” a lo largo del disco que le da chispa y brío al grupo, al punto de hacerlo entrar en combustión en “Cerca lejos”. Con una intro también rocanrolera, “Tormenta” es otro hit atemporal, de esos que podrían escalar a las cimas de los rankings de cualquier década. Rasgueos rockeros procuran el desparpajo necesario para que Lautaro cante con insolencia y sinceridad en “Demostrar interés”. El cierre llega con “Cavidad”, una canción voladora, de esas que crecen de a poco, con arreglos sutiles que se vuelven gloriosos para propiciar la despedida.
Líneas Generales no presenta cambios en la alineación de Isla de Caras. Incluso vuelven a trabajar con Matías Cella, su productor de siempre. Lautaro: “Matías es cómplice nuestro en el día a día, en todos los sentidos. Nos deja las llaves de su estudio y, cuando puede, viaja con nosotros. Por momentos, es como un padre o un hermano mayor; por otros, un amigo del alma. Lo maravilloso es que es un melómano como nosotros y no simplemente un freak del audio”. Matías también tuvo que ver con el viaje del quinteto a México para grabar en El Desierto. “Soñábamos con ese estudio desde que él nos lo mencionó por primera vez”, confiesa el cantante. “Mati ya había trabajado ahí y, por ende, conocía la dinámica; sabía cómo economizar los tiempos y hasta qué cuarto nos iba a gustar más a cada uno para habitar el estudio. Grabar días y noches allá era algo crucial para completar un proceso que habíamos gestado acá: todo el trabajo previo lo habíamos hecho durante meses en Buenos Aires, en idas y vueltas con él. Íbamos a su estudio a preproducir y hablábamos de qué guitarras y bajos y equipos íbamos a usar para cada canción”.
Líneas Generales es entonces un disco de consolidación: apuntala el concepto de banda de rock. Experiencia insustituible, una banda es como una manada, yendo de acá para allá, haciéndole frente a todo. Lautaro detecta ese brote en Gran Turismo (2023), el anterior disco del grupo, propulsado por el vértigo de haber compartido su primera gira latinoamericana. En ese momento, señala, dieron con “una dinámica escribiendo juntos”. Después, lejos de quedarse quietos, se despacharon con un EP de covers, Flores Robadas (2024), alimentados por esa misma energía, aunque desde un lugar más lúdico. “Podría pensarse que esos discos tienen la misma materia de la que está hecha Líneas Generales, pero este proceso fue mucho más novedoso para nosotros, porque tuvo que ver con grabar un disco en un gran estudio, en México. Y eso lo tomamos como una superación importante de todo lo que hicimos hasta el momento a nivel profesional”
Líneas Generales revalida un modo de trabajo de a cinco. Es el disco de una banda con una búsqueda, con un plan de acción. Claro que esto no desacredita alguna cuestión premonitoria. “Un día, mientras pensaba en la posibilidad de grabar en El Desierto, me puse a escuchar viejas grabaciones de un show en vivo y le presté atención a la letra de ‘Latas de cerveza’, una de las canciones del primer disco, que en una parte dice: ‘Vamos al desierto, hagamos cosas ahí’. Se sintió como una profecía autocumplida, como una oportunidad para burlar al tiempo, o incluso como ser cómplice de un extraño orden”.
Líneas Generales se suma a una prolífica discografía: Isla de Caras viene sacando un disco cada dos años. Lautaro: “Creo que buscamos practicar cierta gimnasia y mantener algún tipo de rigor. Nos juntamos mucho a componer y preproducir, especialmente en este disco. Inconscientemente queríamos que este conjunto de canciones tuviera una inteligencia propia, como si el disco fuera un ser orgánico. Grabado en vivo, viviendo cinco días en El Desierto. Cinco personas, en ese momento. Es evidente que disfrutamos mucho hacer esto: la vida es mejor cuando estamos haciendo esto antes que otra cosa”.